La separación de imágenes o cualquier trabajo para impresión en cuatro fotolitos, canales o planchas. Cada uno de ellos destinado a uno de los colores mencionados.
Por extensión, cualquier método de impresión basado en el uso de cuatro colores (sean o no los arriba mencionados, aunque se suele especificar si no lo son).
En un impreso formado por varias hojas unidas, las hojas o partes externas y sus respectivas zonas interiores; en un libro, por ejemplo, las tapas y el lomo. En una revista, la primera y última hoja.
Incluso cuando son de papel, las cubiertas suelen estar hechas de un material un poco más resistente que las hojas interiores para proteger el impreso del desgaste derivado del uso.
En algunos programas, herramienta que permite copiar los atributos de un objeto o zona de un objeto para copiarlas en otro objeto o zona. Su nombre se debe a que el icono que la representa tiene la forma de un cuentagotas, ya que la metáfora visual es que sirve para chupar los atributos y soltarlos de forma precisa en otra zona.
Esta herramienta se usaba originalmente en programas de imagen como Photoshop o Gimp, pero debido a su utilidad su uso se extendió a procesadores de texto o programas de maquetación como InDesign, donde copia todo tipo de atributos y es muy configutable.
Pequeña lupa que se usa en artes gráficas para examinar el detalle más fino de los originales, los impresos, los fotolitos y similares. Hay cuentahilos de muchos tipos, pero el más clásico se compone de tres piezas planas de metal que se pliegan entre si.
El cuerpo de un carácter o glifo incluye la zona imprimible El carácter en si) y las zonas reservadas encima y debajo de éste.
Cuando los tipos se hacían en metal (o madera), el cuerpo expresaba la altura y anchura del frontal de la pieza sobre el que se situaba un carácter individual (que era la zona que, una vez entintada, impactaba contra el papel). Como cada pieza debía alinearse con las otras para formar una línea de caracteres, estos frontales debían tener la misma medida de altura (aunque no necesariamente de anchura), pero eso no obligaba al tipógrafo diseñador a ocupar toda la altura, por lo que a igual cuerpo distintas fuentes pueden tener visualmente menos tamaño una vez impresas.
En tipografía digital, el espacio rectangular reservado a cada carácter sustituye a ese frontal físico y expresa el mismo concepto de cuerpo, por lo que esa posibilidad de que fuentes de igual cuerpo tengan menor o mayor tamaño se mantiene (siempre que quepan dentro del mismo "cuerpo" o espacio reservado).
De este modo, la ocupación que hace cada carácter de esa zona reservada queda a criterio del diseñador de la tipografía, por lo que una fuente de un cuerpo puede ser visualmente más grande que otra del mismo cuerpo.
Por definición, un cuerpo de impresión debe contener una forma impresora capaz de aplicar un fluido de forma parcial sobre el substrato, sea barniz, tinta o similar. Por eso, las partes subsiguientes (plegadoras, por ejemplo), que pudiera haber no se consideran cuerpos.
La viscosidad de una tinta o barniz. A mayor cuerpo, mayor viscosidad —no confundir con "tiro", que es la adherencia (un fluido puede ser muy viscoso y nada pegajoso)—.
El cuerpo de la tinta se mide con un viscosímetro.
En diseño de tipografía, variante completa del conjunto de caracteres de una fuente que tiene el eje vertical inclinados hacia la derecha (usualmente alrededor de 12º), que imita el resultado de escribir a mano (siendo por eso más curvada en sus rasgos que sus equivalentes 'regulares' o 'redondos').
Del mismo modo que el simple estrechamiento no convierte una fuente redonda en su condensada, las verdaderas cursivas no son simplemente una versión inclinada de la redonda, ya que sus rasgos deben haber sido diseñados compensando los grosores de los rasgos siguiendo el eje vertical inclinado y el eje vertical real de la redonda. También se llama itálica o bastardilla (aunque este último nombre ya casi no se usa).
La clave para distinguir una verdadera cursiva de una falsa cursiva es que la letra a minúscula de las cursivas es siempre similar a la que se escribe a mano y nunca tiene el aspecto de gancho que tienen las de imprenta.
Los textos compuestos en cursiva suelen ocupar menos que sus equivalentes en redonda, aunque su uso principal es destacar algunas palabras dentro de los textos o distinguirlas por algún motivo (que sean neologismos o palabras extranjeras es el más usual). Cualquier tipografía creada para componer textos largos debe tener una variante cursiva.