Aguatinta
Las aguatintas son un conjunto de técnicas de grabado artístico en bajorrelieve basadas en el uso de máscaras sobre una plancha metálica recubierta previamente por un barnizado poroso y granulado de resinas o sustancias si,milares a la que se somete a diferentes ataques o mordidos con ácidos para lograr el dibujo deseado. En las zonas mordidas se forman huecos que aceptan la tinta, que se transfiere al papel por contacto directo.
Una aguatinta se hace sobre una plancha de metal (usualmente cobre). Es fundamental que la plancha esté bien pulida, limpia y sin restos de grasa.
Esa plancha se cubre con una sustancia resinosa en forma de polvo muy fino. La esencia para lograr un buen resultado es que el polvo debe ser muy fino y debe repartirse de forma igualada por toda la plancha. Usualmente esto se hace introduciendo la plancha en una caja llena de polvo en suspensión durante un tiempo muy determinado.
Sin tocar la superficie espolvoreada, la plancha se calienta lo suficiente para que las micropartículas de polvo se adhieran a la plancha.
El resultado es una plancha recubierta de resina de forma parecida a una lija de grano muy fino, donde las motas dejan muy reducidos espacios de metal al descubierto. El acabado puede recordar a una trama estocástica de preimpresión.
La plancha se cubre entonces en algunas zonas con un barniz o lapiz graso enmascarador. La idea es que aquello que se enmascara será más claro en el grabado final que lo que no se cubre (en cierto modo es una imagen en negativo), que será más oscuro por tener más tinta.
Una vez terminado el dibujo, la plancha se baña en un ácido que ataca o muerde las superficies metálicas mientras que no afecta a las zonas enmascaradas o recubiertas de resina. El ataque del ácido produce huecos en el metal. Cuanto más tiempo esté la plancha sometida al ácido, más profundos serán esos huecos.
Cuando el grabador considera que el ácido ha mordido lo suficiente, la plancha se lava para parar la acción del ácido y eliminar el barniz enmascarador y la resina aplicada al principio. El resultado es una plancha con zonas llenas de pequeños orificios, a modo de poros.
Si se aplica la tinta apropiada a la plancha y ésta se presiona sobre un papel, se obtiene un grabado con zonas de suaves tonos igualados que pueden recordar si se han realizado adecuadamente a las acuarelas (esa era la intención de los primeros grabadores al aguatinta).
En general, lo que se hace es un proceso de mordido y reserva por etapas sucesivas: Las zonas que se quieren conservar más claras (menos mordidas) se protegen antes, se somete la plancha a un mordido por un tiempo (por ejemplo, un minuto) y se detiene la acción del ácido con un lavado. A continuación, se hace otra reserva y se procede a un mordido del mismo tiempo, etc. Si este proceso se repite, por ejemplo, cuatro veces, las zonas que se hayan dejado sin proteger al final habrán sufrido el desgaste del ácido cuatro minutos; las sombras grises, tres minutos, etc.
Esta capacidad de hacer sombreados por zonas progresivo hace que el aguatinta se combine a menudo con las técnicas de grabado con buril o aguafuerte, que permiten grabar líneas definidas.
Variante de aguatintas son las llamadas al azúcar, donde el polvo resinoso se sustituye por azúcar o las aguatintas al azufre, los litográficos y algunas otras técnicas.
En todas ellas, el control del tiempo (de espolvoreado, mordido, etc.) es fundamental y requiere mucha finura en el tratamiento de los materiales.
El aguatinta se desarrolló a partir del siglo XVII y entre los artistas clásicos destacados en esta técnica están Goya (con la serie Los Caprichos, por ejemplo, donde mezcla varias técnicas) y Picasso.