Este es un pequeño glosario de artes gráficas y materias relacionadas con ellas (óptica, periodismo, tipografía, etc…). Además de un listado alfabético y de un formulario de búsqueda, se incluye un índice temático por áreas grupos de interés (PDF, Óptica, Tipografía, Preimpresión, etc…). En la medida de lo posible, se indica el equivalente en inglés, francés, italiano, alemán, catalán y portugués del término descrito.
Aviso: Este glosario está en una actualización interna importante. Durante algún tiempo algunos enlaces podrían no funcionar adecuadamente. Gracias por la paciencia.
Dispositivo de impresión comercial de gran capacidad de tirada que funciona con bobinas de papelcontinuo. Una rotativa puede tirar fácilmente varios cientos de miles de ejemplares de un periódico o revista, por ejemplo. Suelen tener un tamaño considerable.
Una rotativa flexográfica.
Las rotativas pueden aplicar distintos sistemas de impresión: Litografía offset, flexografía o huecograbado. Éstas últimas son las que se usan para tiradas de mayor volumen y calidad.
Las profesiones, empresas y ocupaciones industriales relacionadas con la creación de productos impresos. Diseño gráfico, preimpresión, impresión, encuadernación y ocupaciones similares están directamente relacionadas con las artes gráficas.
Publicidad, redacción, fotografía, dibujo, pintura y similares son ocupaciones que pueden estar relacionadas con las artes gráficas.
Técnica de impresión en plano (planografía) derivada de la litografía. Al igual que ésta, se basa en el uso de una plancha lisa en la que las zonas que van a imprimir están tratadas para repeler el agua, mientras que el resto de la plancha queda humedecida. Cuando se aplica una tinta grasa, la tinta sólo se adhiere donde no hay agua (por el principio de que grasas y agua se repelen), de modo que sólo quedan entintadas las zonas que deben dibujar sobre el papel.
Diagrama de una rotativa de litografía offset.
La diferencia con la litografía tradicional es la presencia de un cilindro de caucho intermedio entre la plancha y el papel llamado mantilla. El dibujo de tinta pasa de la plancha a la mantilla y de la mantilla, indirectamente, al papel. La plancha y el papel nunca entran en contacto.
La litografía offset fue descubierta hacia 1904 por Ira W. Rubel, un impresor de Nueva Jersey (Estados Unidos), quien descubrió accidentalmente que cuando la plancha imprimía la imagen sobre una superficie de caucho y el papel entraba en contacto con ésta, la imagen que el caucho reproducía en el papel era mucho mejor que la que producía la plancha directamente. La razón de esta mejora es que la plancha de caucho, al ser blanda y elástica se adapta al papel mejor que las planchas de cualquier tipo y transmite la tinta de forma más homogénea.
Trabajando con esta idea de pasar indirectamente (to offset) la imagen de la plancha a la mantilla y de ahí al papel, se pudo comenzar a imprimir sobre papeles de peor calidad y más baratos de lo que se hacía tradicionalmente. Gracias a eso la litografía offset se convirtió en el procedimiento por excelencia de la imprenta comercial.
Cualquier imagen (bidimensional o tridimensional) descrita por medio de vectores numéricos y no como tablas o matrices de datos; por ejemplo: Una línea se describe como un desplazamiento entre un punto de origen y uno de final con unas cualidades, no como la acumulación de los puntos básicos que la dibujan.
Un trazado vectorial con sus manejadores.
Usualmente, las imágenes vectoriales se forman con procedimientos matemáticos usando la sintaxis y simbología de algún lenguaje de programación especialmente adecuado para ello, como el PostScript, por ejemplo.
En un trazado se pueden colorear el contorno y el relleno.
La ventaja principal de las imágenes vectoriales sobre las de mapas de bits es que el concepto de resolución no se aplica a los vectores, por lo que su nitidez es siempre la máxima posible, independientemente del medio o tamaño en el que se reproduzcan.
Los trazados compuestos están formados por subtrazados.
La segunda ventaja es que en sus aplicaciones normales, los documentos que las contienen suelen tener un tamaño muy reducido. Ambas cualidades hacen que sean mucho más eficientes que sus equivalentes no vectoriales, que dependen de cómo se hayan definido y del tamaño que tengan.
La desventaja fundamental es que, salvo que el ordenador que debe representarlas posea una gran potencia de proceso y el código en el que estén escritas sean extremadamente eficiente, suelen tener un acabado que delata su origen artificial. Por eso no se suelen usar para reproducciones de tipo fotográfico naturalista, por ejemplo.
Los archivos vectoriales son ideales para mapas.
Las imágenes vectoriales se suelen usar para crear logotipos, mapas, diagramas, gráficos informativos y similares. Muchos de sus formatos más modernos admiten el uso parcial de datos no vectoriales, lo que permite superar algunas de sus limitaciones en cuanto a naturalidad de texturas, por ejemplo.
Un logo vectorial en modo de previsualización de esquema.
Los vectores empleados en programas de dibujo vectorial se llaman "trazados" (ingles: path). Se pueden agrupar y formar trazados complejos. Además, tienen atributos como el color de trazo, el grosor de contorno, el relleno. etc.
Los datos vectoriales también se emplean para modificar total o parcialmente las imágenes de mapas de bits. Ése es el caso de los trazados de recorte o las máscaras vectoriales, por ejemplo.
Conocidos programas de diseño gráfico especializados en el dibujo vectorial son Adobe Illustrator, Freehand (ya desaparecido), CorelDRAW o Inkscape. Adobe InDesign, Quark Xpress y Photoshop incorporan ciertas capacidades vectoriales.
Formatos vectoriales típicos son EPS, los archivos nativos de Adobe Illustrator y PDF (aunque éste último formato es en realidad un gran cajón de sastre).
En español bajo este término se entienden dos conceptos históricamente muy distintos:
Concepto según el cual un usuario puede realizar por si mismo en su ordenador personal todas las tareas del proceso creativo impreso, desde la escritura del original a su encuadernación, pasando por la composición, maquetación, impresión y encuadernación. Aunque obviamente se refiere a documentos de distribución reducida, la autoedición fue un gran salto cualitativo ya que permitió prescindir de una serie de empresas y profesionales que hasta entonces eran imprescindibles si se quería obtener un resultado similar.
Un ordenador Apple Macintosh y una impresora Laserwriter.
El concepto de autoedición nació hacia 1985 con la aparición del programa PageMaker de la empresa Aldus acompañado del lenguaje de descripción de página PostScript, de Adobe, y de los ordenadores personales Macintosh de la empresa Apple que, con sus impresoras láser Apple Laserwriter, formaban un conjunto de maquinaria y programación capaces de llevar a cabo la tarea.
La progresiva propagación de equipos y programas más avanzados y potentes cambiaron poco a poco el modelo productivo de artes gráficas en pocos años. Los ordenadores y programas de autoedición sustituyeron en las empresas de artes gráficas a soluciones profesionales anteriores menos flexibles y, sobre todo, con menor relación inversión/productividad. Esa sustitución no bastó para salvar el sector de preimpresión dedicado a esas tareas, que en buena parte desapareció al volverse innecesario o quedar relegado a trabajos de calidad de alto valor añadido, que no bastaron para sostenerlas económicamente.
El éxito de la autoedición dentro de los ámbitos profesionales del diseño y las artes gráficas terminó con el uso del término autoedición del mismo modo que nadie habla de automóviles con motor de combustión interna: Todos son de combustión interna y todos los programas son de autoedición.
La idea de autopublicación, de que un autor puede prescindir de una empresa editorial y realizar el proceso de publicación de su obra escrita por si mismo —incluyendo el proceso de autoedición descrito más arriba—.
Este concepto es muy antiguo: Los autores que no encontraban una editorial seria que afrontase el riesgo de editarlos, por el motivo que fuese, realizaban la tarea por si mismos: Contactaban con una imprenta, supervisaban la composición y corrección de los textos y pagaban directamente el coste de todas las tareas.
La moderna autopublicación va un paso más allá gracias a los avances tecnológicos y a los cambios sociales aparejados. Los antiguos canales de publicación se sustituyen por redes sociales electrónicas y tiendas virtuales. Las obras se pueden imprimir a demanda o distribuirse sólo en forma de libros digitales. La cadena de distribución se reduce y los materiales involucrados son menos y más baratos. Los costes e ingresos de venta por unidad se reducen. Esta reducción vuelve a representar la necesaria desaparición de profesiones y empresas involucradas hasta entonces.