En artes gráficas, la prueba de impresión que se hace de todo el pliego, una vez montado completo ya para su imposición. El ferro representa en forma de cuadernillo cómo debe quedar la sucesión de páginas de la publicación antes de grabar las planchas.
El fin de un ferro es una comprobación final del producto impreso para cotejar que todas las páginas están en el orden y posición adecuados; por ejemplo, que después de la página 3 va la 4 y no la 15, o que la 23 no está bocabajo.
En un ferro se debe comprobar que los pases de texto de una página a otra son correctos; es decir, que no se ha perdido ninguna línea o párrafo, o que las páginas no se han cambiado de orden. También se comprueba que los titulares y textos aislados (pies de foto y sumarios) son correctos y que no falta ninguna imagen o que alguna esté deformada.
Los ferros no sirven (o no se deben usar) para hacer correcciones de diseño "porque no ha quedado bien" ni hacer apreciaciones de color.
En la actualidad hay programas que hacen ferros digitales y permiten mucha flexibilidad y rapidez en la comprobación.
Su nombre "ferro" se debe a que en la época pre digital se hacían poniendo el astralón con la imposición de un pliego ya montada en una insoladora y exponiendo unas grandes hojas de papeles especiales en el que las imágenes y textos salían reproducidos en diferentes tonos de azul o marrón (debido a que ese papel era fotosensible ante la luz ultravioleta).
Una vez expuesto por ambos lados, el ferro se dobla y corta para que el cuadernillo se vieran montado tal y como debía salir impreso. Por eso la corrección de los ferros se ha hecho siempre por pliegos.
Es una prueba comparativamente barata para la seguridad que proporciona, especialmente en publicaciones como revistas.